26

May

2022

En el argot político, suele calificarse una mala gestión con adjetivos tales como antidemocracia y populismo. La empresa no está exenta de la incapacidad y el incumplimiento de funciones de quienes las gobiernan.

Por Mariela García Rojas. 26 mayo, 2022. Publicado en Gestión, el 26 de mayo de 2022.

Tampoco lo está de comportamientos manipuladores y carismáticos para alcanzar objetivos.

Pérez López asoció el desempeño de la labor directiva a tres capacidades fundamentales: estratégicas (presentes en quien halla oportunidades en el entorno y las aprovecha con iniciativa), ejecutivas (propias de quien sabe descubrir capacidades y oportunidades en las personas), y de liderazgo (constructores de unidad y continuidad de la empresa a costa de las virtudes intelectuales y morales que despliega). Líder es quien ostenta altos niveles de conocimiento y experiencia en las tres dimensiones. Hay muchos ejemplos de una actuación así, y de todo lo contrario.

Dos estilos directivos resultan altamente perniciosos por sus efectos. El autoritario -o tirano- es un gran estratega capaz de lograr eficacia, actúa en solitario y desoye a quienes lo rodean, en tanto no requiera usarlos para alcanzar sus fines. Carece de condiciones ejecutivas y de liderazgo. Mientras haya dinero, y aquello mal que bien funcione, otros asuntos no aparecen como prioridad en su agenda, aunque el clamor del resto por el cambio sea patente.

Un directivo manipulador posee altas capacidades estratégicas y ejecutivas que le llevan a usar el poder coactivo y persuasivo, pero sin liderazgo; aquello es una bomba de tiempo. “Conduce” a la gente a su cargo con paternalismo calculador, irradiando inestabilidad y discontinuos niveles de compromiso.

Ambos perfiles coinciden en algo: desvirtúan las funciones de quien dirige, debido a sus débiles capacidades éticas. Los directorios están llamados a ser una especie de cámara alta en el congreso de un país, inhibiendo (en los directivos de turno) los comportamientos y decisiones imprudentes e impulsivas, autoritarias y/o populistas.

En el sector empresarial, el periodismo no revela la dinámica de un dañino funcionamiento empresarial, como en otros casos, sino que son los trabajadores quienes perciben o experimentan en carne propia las limitaciones, debilidades e incoherencias de la labor de quien, debiendo dirigir correctamente, apaga incendios, o ni siquiera es consciente de estos. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Bis vincit qui se vincit in victoria, Conquista dos veces quien, a la hora de la conquista, se conquista a sí mismo (Publius). Ser más para hacer más y mejor las cosas; quizás esto explica por qué el liderazgo escasea en la arena pública y privada. A empezar por el principio, pues siempre se está a tiempo de reconsiderar nuestra posición y acercarnos al perfil de un líder genuino. El país necesita de líderes empresariales que consumen su insustituible papel en la empresa.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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